La identidad de las personas ha sido fundamental a lo largo de la historia, tanto para hacer negocios como para establecer relaciones sociales y personales. Sin embargo, poder demostrar quiénes somos nunca había tenido tantas implicaciones como en la actualidad, tanto para las empresas como para la vida diaria de las personas.
Hoy en día, nuestra capacidad como usuarios de probar nuestra identidad no solo en el mundo físico, sino en el digital, es esencial para acceder a la mayoría de servicios e información que nos ofrece internet. Para las empresas, el proceso mediante el que verifican la identidad de sus clientes se ha convertido en un factor clave en su competitividad.
Podemos afirmar que, en el futuro, tanto a nivel conceptual como a nivel práctico, la forma en la que entendemos y demostramos nuestra identidad será muy diferente comparada con épocas anteriores.
Hasta hace poco —históricamente hablando—, nuestra identidad estaba indefectiblemente unida al mundo físico y, si hablamos de transacciones, soe todo a nivel local. En este sentido, gestionar la identidad era más fácil, ya que las personas solían moverse en entornos donde eran conocidas. Es cierto que a medida que las sociedades han evolucionado la identidad se ha ampliado para incluir conceptos como el lugar de residencia o la ciudadanía. Pero internet ha cambiado las reglas del juego: Ahora podemos —y solemos— adquirir bienes y servicios e interactuar con personas de cualquier parte del mundo.
Este nuevo escenario ha comportado una serie de cambios, de nuevas oportunidades y, cómo no, de mayores riesgos relacionados con nuestra identidad. Los datos personales y financieros de los usuarios están expuestos a robos y echas de seguridad, y las empresas tienen que lidiar con identidades falsas y fraude financiero.
Sin embargo, y a pesar de los riesgos, las transacciones digitales siguen aumentando. Por ejemplo, el porcentaje de productos bancarios que se pueden contratar directamente online ha pasado del 43% al 76% en solo dos años, y el 90% de estos pueden ser contratados a través de móvil. Por otra parte, el 94% de usuarios manifiesta que quiere poder completar las transacciones online, pero a su vez el 85% quiere hacerlo vía websites que verifiquen la identidad de todos sus clientes.
Así, cualquier negocio digital necesita establecer una relación de confianza mutua con sus usuarios, y esta confianza está intrínsecamente unida a la capacidad de verificar la identidad de la persona.
Las empresas están desarrollando e implementando procesos que respondan a las nuevas necesidades: procesos 100% digitales, rápidos y fáciles, pero que a la vez no solo sean seguros, sino que transmitan al usuario esta sensación de seguridad. Pero las soluciones que funcionan hoy en día para la verificación de la identidad quizás no sean suficientes para el futuro. Se calcula que para el 2020 la mitad de la población mundial estará online, y la otra mitad estará conectada para el 2025. Esto comportará nuevas oportunidades, nuevas necesidades y nuevos riesgos relacionados con la identidad digital. ¿Cuáles serán los retos y qué tiene que cambiar en el escenario actual?