No se trata de una realidad nueva. Estás en Twitter o Instagram y alguien que no conoces te agrega o te envía un mensaje. Otras veces recibes una solicitud en Facebook o LinkedIn de alguien que puede que conozcas de tu empresa o del gimnasio... pero no estás seguro. Con frecuencia escuchas eso de que no se deben aceptar peticiones enviadas desde «cuentas falsas».
Las plataformas se han puesto manos a la oa: En Facebook e Instagram se eliminaron 500 cuentas por comportamientos sospechosos o por contener enlaces rusos dudosos. Además, Instagram anunció recientemente su intención de afrontar el problema de los influencers falsos acabando con los bots y los seguidores falsos. Ya sea para utilizar noticias falsas e influir en las opiniones y la esfera política, para hackear el acceso a cuentas financieras y blanquear dinero, para ciberacosar o para difundir mentiras y perjudicar la reputación de la víctima, existen infinidad de razones por las que los perfiles falsos inundan hoy en día la red.<>
El problema tal como lo conocemos
Las cuentas falsas en las redes sociales suponen un problema muy serio para la sociedad en su conjunto. Las empresas que sufren los ataques de los hackers deben hacer frente a considerables daños a su reputación y capital financiero. Algunas organizaciones incluso se enfrentan a multas por no cumplir los requisitos de cumplimiento del proceso «Know Your Customer» (KYC). Los usuarios atacados pueden sufrir consecuencias muy graves. Pensemos en todas las aplicaciones y plataformas de economía colaborativa que utilizan los datos de las cuentas en redes sociales para fines de autenticación o inicio de sesión: todas ellas también corren este riesgo. Esto significa que la protección frente a identidades falsas para defender tanto a los usuarios como a los socios comerciales depende tan solo de las plataformas.
En el contexto de economías más amplias, existe una gran cantidad de ejemplos de los daños que las identidades y las cuentas falsas podrían causar a los usuarios en las plataformas de comercio electrónico, los espacios de préstamos entre particulares e incluso en las webs principales de venta y reventa de entradas. No solo podrían ocasionar ataques y filtraciones de información, o aumentos en los precios de bienes de oferta limitada que sean adquiridos y revendidos por bots, sino también fraude financiero y blanqueo de dinero. Los consumidores y los pequeños empresarios son por naturaleza más cautelosos, lo que supone una menor actividad empresarial en general.<>
La batalla contra la falta de confianza
Para combatir la falta de confianza, así como la preocupación por la seguridad física e informática, las empresas están reforzando la seguridad en Internet y la incorporación de nuevos usuarios mediante la implantación de procedimientos digitales de verificación de la identidad.
Y con los mismos beneficios. En el caso de las webs de comercio electrónico, como Airbnb o eBay, elaborar un perfil o infundir confianza a través de varias evaluaciones de particulares era un proceso que antes duraba meses, pero que ahora se puede conseguir de la noche a la mañana. Cuando el perfil de un usuario nuevo se verifica de forma digital con un documento de identidad, los demás usuarios se sienten enseguida más cómodos confiando en ese «extraño» o persona recién llegada a la plataforma que todavía no ha acumulado docenas de evaluaciones. Incluso podemos ir un paso más allá e imaginar un futuro en el que podamos conectar las identidades digitales con personas reales de una forma casi instantánea. A la larga, este avance podría transformar el ámbito de los espectáculos en directo, los viajes y la industria hotelera al hacerlos más seguros y prácticos para los usuarios.
Imagina asistir a un concierto o a un partido de fútbol de gran repercusión mediática con tu familia e hijos sin preocuparte de la posible presencia de hinchas violentos o provocadores entre el público. Esto es algo que ya estamos viviendo en algunos casos con las estrellas del pop, como Taylor Swift, que utiliza la tecnología de reconocimiento facial para rastrear el público en busca de acosadores. Las posibilidades para mejorar nuestra experiencia y aumentar la seguridad ciudadana en el futuro son infinitas. Sin embargo, que la tecnología alcance este nivel va a llevar algún tiempo, a medida que vamos desarrollando los aspectos básicos de verificación de la identidad.
En la actualidad, nuestro campo de batalla sigue siendo la defensa contra los usuarios falsos en las plataformas digitales, que dificultan el comercio electrónico y obstaculizan la economía colaborativa. Aparte de las identidades falsas, las identidades no comprobadas históricamente o «inactivas» representan posiblemente un reto aún mayor para la economía. Conforme se establecen nuevos reglamentos, los clientes antiguos de industrias tradicionales, como la banca, deben volver a verificar sus identidades para mantenerlas en consonancia con las nuevas normativas antes de realizar transacciones en línea, aunque sus identidades sean reales.
Un ejemplo es la directiva de la UE soe servicios de pago (PSD2) que entró en vigor en enero de 2018. Para combatir el fraude en los pagos, y las pérdidas asociadas, una de las piezas clave de esta directiva es la adopción inminente de verificaciones de seguridad adicionales para transacciones en línea superiores a los 30 €, que entrará en vigor el 14 de septieme de 2019. Esta entrada en vigor significa que muchos bancos deberán volver a verificar a sus clientes antiguos de forma rápida para asegurarse de que poseen toda la información necesaria, como el documento de identidad verificado digitalmente, en sus registros antes de que finalice el plazo.
Aunque las empresas tienen la tarea de eliminar identidades falsas en redes sociales o verificar su cartera de clientes antiguos, pueden asimismo trabajar con empresas de verificación de la identidad para aplicar una forma de defensa inicial y garantizar el cumplimiento normativo. A través de la tecnología de verificación de la identidad, los usuarios deben utilizar un dispositivo inteligente para hacerle una foto a un documento de identidad, como el carné de conducir o el DNI, y posteriormente hacerse un selfie. A continuación, un software de inteligencia artificial puede examinar el documento para comprobar si es auténtico y no se ha modificado. Después, este sistema realiza una comparación facial biométrica entre la foto del documento y el selfie y vincula a la persona con el documento, lo que aporta una identidad real.
Todo lo que ocurra en Internet debe incluir la verificación de la identidad, soe todo en las plataformas que trabajen con economía compartida y comercio electrónico. Las empresas solo pueden proteger debidamente a sus comunidades contra usuarios que representan una amenaza real si verifican la identidad de cada cliente. En lugar de dejar que esto merme la confianza de los usuarios y, por tanto, debilite el éxito comercial, es hora de trabajar en lo que más les conviene a los clientes y tomar el control frente a los usuarios falsos.<>